El tiempo pasa volando, y octubre, con todo lo que me ha traído, ha sido más rápido si cabe. Quizá por eso la plaza no ha cambiado mucho.
El mes pasado anunciaba que ahora ya se deberían ver hojas amarillas, y la verdad es que algo hay. Aunque hay que fijarse, ya que solo se nota en sitios concretos mientras que en otros siguen tan verdes como hace un mes.
Esperemos que las cosas sigan por su cauce normal y que durante este mes se produzca el cambio, que ya va siendo hora.
Por lo menos lo que no debe cambiar no cambia. Y si no, que se lo digan al papá ficus:
Sus hojas siguen con ese precioso y profundo color verde. Como algunas palmeritas de la esquina opuesta.