Continuando con el artículo anterior, por la mañana estuvimos Ramón, Pele, Ale, Carlos y yo en Akihabara comprando lo típico de ese barrio: cámaras, ordenadores, teles de plasma, mesas de mezcla… bueno, en realidad compramos cosas más sencillitas, como tarjetas de memoria y cosas así.
Bueno, yo además compré un cuchillo cerámico que me llamó mucho la atención, ya que no lo conocía.
La hoja está muy afilada y parece que no pierde el filo tan pronto como uno de acero. Eso si, que no se te caiga, porque se rompe como un plato.
La hoja tiene una acanaladuras que deben hacer que corte mejor
Como expliqué en el artículo anterior (esto es un flash-back), por la tarde fuimos a Shinjuku a subir al piso 45 del Tocho.
Suando entramos al inmenso hall, nos dirigimos a los ascensores. Había un control policial como el de los aeropuertos, con policías y todo. Cuando llegamos, antes de que me preguntaron, saqué el cuchillo de mi bolsa y se lo enseñé al señor policía.
Como es normal, ni yo hablo japonés ni él habla español (ni inglés tampoco, claro), pero por señas me dijo que lo siguiera. Cuchillo en mano, por en medio del hall, llegamos a una ventanilla donde un funcionario me rellenó, no sin hacer varios comentarios jocosos con el policía que me acompañó, una especie de recibo y me lo dio a cambio del cuchillo.
Y así pudimos subir. Arriba, como dije, hay una cafetería y nos tomamos algo, momento que inmortalizamos con la foto en la que muestro el famoso recibo:
Por cierto, a ver si alguien lo traduce, que me tiene intrigado lo que pone en el nº 2 de arriba, donde el de la ventanilla marcó un círculo:
¡Ah! Efectivamente, al bajar, fui a la ventanilla y me lo devolvieron con toda normalidad.
Se me olvidaba: estas dos chicas estaban preguntando porqué no venían Flapy y Oscar: